Ayer estaba pensando en el doctor taladro. (Lean aquí para que sepán de quien se trata)
Cuando el doctor taladro llega a su casa, abre la maletita donde guarda du taladro y empieza a perforar por aquí y por allá como entrenamiento para luego perforar el cráneo de sus pacientes.
Tiene una pared llena de agujeros que luego rellena con arcilla, papel, migas de pan y a veces, con los restos de cualquier cosa que encuentra en su por ahí.
Luego se sienta a la mesa, cena con su familia y habla de cuánnos cráneos perforó, rellenó y que a veces tiene que usar un martillo para ayudar a la perforación.
Mira las sienes hundidas de su mujer e hijos y les dice que no tendría ningún problema de perforarlos.
Su familia lo admira y no dudan que de padecer alguna dolencia en la cabeza, se dejarían perforar.
Ahora que estoy aquí, tengo tantas cosas en la cabeza que confiaría en el doctor taladro. Eso sí. Que no haga una perforación muy amplia, pero si profunda. Que empiece en la sien derecha porque de ahí van a a salir hilos de colores en varias madejas que el tendrá que ir desenredando poco a poco.
Cuando llegue al final de la madeja de hilos de colores, saldrían manadas de animales, algunos gatos, perros , jirafas, elefantes, pero también saldrían animales que solo viven en mi cabeza, algunos rabiosos, venenosos, el black dog y otros muy mansos, animales con varios ojos y varias patas y sin ellas, de colores y transparentes así que se les podría ver las entrañas.
Finalmente llegaría a una mata de plantas que cubrirían mi cerebro viscoso, brillante, amarillo como una nuez y me preguntaría: "¿sigo?"
Creo que taladrar mi cerebro sería como penetrar en una galaxia que ni yo misma conozco.
Mejor no.
Mejor no taladrar y empezar a diseñar una nave para viajar por allí dentro