fredag, september 12, 2014

Brazo izquierdo

Mi abrazo izquierdo parece estar perdiendo una batalla que yo desconozco.
Su rebelión cotidiana empezó hace unos días. Se negó a trenzarme el pelo, no colaboró en abrocharme el sostén, odia a mi brazo derecho y le dejó todo el peso del supermercado. Dice, sin embargo, que está muy cansado y se quedaba inmóvil saboteando cualquiera de mis actividades.
Mi brazo izquierdo se vuelve una serpiente que me adormece con su veneno.
Me habla y escucho sus palabras vibrar a la altura de mi hombro. Es agradable escucharlo, pero a veces pierde la calma y me grita dentro del corazón vacío, golpea sus paredes de sangre y metal con sus tendones y me despierta con el eco de sus quejas doliéndome en las falanges.

"No me necesitas, ni para cascar un huevo, ni los acordes del piano que no has querido aprender"
"Es que no puedo moverte, brazo izquierdo. Me dueles. Algo que soy yo pero que no soy yo te ha dejado adormecido, pero no te pudras; no me envenenes porque sí te necesito. Te necesito para dar la impresión de estar completa." 

Una rama de abedul me ha empezado a crecer desde la axila izquierda. Sus raíces se han enredado entre mis costillas y absorben el jugo de mi corazón, buscan la tierra entre los poros de mis huesos, en lo blando de mis pulmones.
 
 El otoño me empieza a doler por dentro.