mandag, juni 17, 2013

Siete días de encierro

Tengo casi la plena certeza de que mi vida va a cambiar en una semana.

Anoche no pude dormir pensando en eso, además, la luna estará muy cerca y cuando eso sucede, suelo perder tazas de cafe en el piso, amanezco entre sábanas hechas nudo, deliro, mi gato me pone a prueba y me abandona y a veces puede que sangre por la nariz.

Por estos días he ido acumulando una especie de "energía creativa" si es que así la puedo llamar. Tengo la cabeza como un nido de algo: de pajaritos, ratas o gusanos; algo se está formando, va a nacer pronto, me inquieta y al mismo tiempo, cuando quiero tomarlo, ese algo sigue moviéndose y se me escapa, me quedo con las plumas o las pelusas; tengo un cúmulo de ideas que se chocan ciegas unas con otras y van saliendo de un cascaron, babosas, y orinan y se cagan unas encima de otras y sé que de ahí va a salir algo caminado o volando, quizá reptando y dejando un pellejo detrás; pero algo va a salir. Lo difícil es sacar ese nido de mi cabeza, ponerlo sobre el escritorio, tomar las pinzas, sacar las larvas, los huevos e incubarlos entre mis manos y dejar que crezcan entre palabras.

También me he dado cuenta, que disfruto el encierro voluntario y los días de espera en silencio.

Hace unos días, veía un reportaje sobre las cárceles en Noruega y pensé que el encierro de esas cárceles   tenía mucha semejanza con mi propio encierro. Creo que podría encerrarme con libros, papel, lápiz, un poco de música y mi gato. No sé si pagaría condenas o purificaría mi alma, pero el encierro, de hecho me da una especie de seguridad en general que llega a convertirse en seguridad en mi misma. Durante el encierro, todo va bien porque no hay nada más que yo misma y lo que me rodea (la seguridad de los objetos). Durante el encierro no puedo sentirme más segura y autónoma que en cualquier otra parte. Me da una especie de balance el estar dentro de una habitación, con límites físicos, con un inventario propio de libros, con música, con la cantidad suficiente de comida que me aleje de salir a la calle a buscarla (podría ordenarla por internet) y mi gato, no importa si tengo nombre o número de identificación, pero la compañía es a veces necesaria para ser consciente de mi propia presencia en el mundo.

El encierro terminará dentro de una semana. Cuando la luna esté hinchada saldré de este nido y tomaré un avión.

(Volaré)




tirsdag, juni 04, 2013

Bevegelse og begavelse (movimiento y talento)


Esto se parece a lo de antes: estar sola y de pronto te pones de pie y te mueves sin saber que estás haciendo, solo te mueves. No sabes si estás bailando pero hay cierta música, o un ruido imaginado o la misma presencia del silencio, quizás no estés bailando sino escapando, yendo a algún lugar que no conoces y saltas, giras, andas eres consciente de tener caderas, piernas, antebrazos y muñecas; el cuerpo se sigue moviendo aunque tu no lo sepas como las colas de las lagartijas o las lombrices muertas y partidas en dos, solo te mueves.

Así me movía yo cuando me sabía a solas en casa y todos los movimientos que siempre he hecho estando a solas sin que nadie me vea, ni me escuche, ni se imagine que lo hago y cuando es así me ha dado la impresión de que lo hago bien o quizá sea un hecho de que sí, lo sé hacer.

Pero dónde reside el dominio de la danza, si en la soledad propia o  la amplitud de la casa o en la velocidad de los movimientos, avalancha de palabras, de qué se trata escribir, me pregunto, como cuando me movía en el cuarto y si de pronto era descubierta, entonces ya no era mi cuerpo moviéndose sino era un baile u otra cosa, alguien decía que me pilló bailando u otra cosa, yo solo me movía haciéndole caso al cuerpo y aquí con estas palabras, me muevo a solas y para qué, para quién, para nadie está claro, siempre para nadie.

Es cierto que hay gente que tiene talento con el piano, se ve en la postura, las muñecas, las falanges; con los ojos cerrados, se oye; pero cuando se escribe cómo y hacia dónde la postura y las falanges, me pregunto, cómo se oye, si es que se oye y esa palabra 'talentosa' tan densa e inmóvil. No hay talento, me digo; hay sí soledad y movimiento encerrado y nadie ahora va a abrir la puerta para decir que bailo aunque aquí yo siga moviendo cada parte de mi cuerpo en palabras y quizá las engrape, empaste, titule, regale y a lo mejor me digan que bailo cuando yo ya no lo sepa y esté quieta y quizá enterrada.

Quién nos enseña a mover el cuerpo: en el piso, en la cama, en los vehículos en marcha y las escaleras y quién le pone nombres a nuestros movimientos: si convulsión, galope, danza, traspié, orgasmo, cuál es la diferencia y qué hay en este texto si no mis convulsiones, danzas, galopes, traspiés y orgasmos a solas.

Muevo las manos, descanso, abro el cajón de la mesa de noche y observo la flor que brota y sigue brotando de una cajita de fósforos que antes atesoraba los ojos de un muerto.

Incesantemente-me-muevo-ciega-brotando-de-una-caja-hilo-vulnerable-invisible-y-los-ojos-de-todos.

Escribo.