fredag, august 30, 2013

Coca Cola emocional

Lo que me gustaría decirles a toda esa gente que se emociona por ver su nombre en una botella de Coca Cola es que deberían usar más las neuronas y dejar de emocionarse con este tipo de publicidad, que es solo eso: publicidad, marketing, que el único fin que se tiene es hacer que compres más coca cola. Es que cómo no se dan cuenta de que si le ponen tu nombre a una botella es para que la compres, si tu ego está maltratado, pensarás que una multinacional pensó en ti y para que necesitas que tu familia, amigos o el chico que no te da bola piense en ti, si The Coca Cola Company sabe de tu efervescencia y de tu chispa de vida y sí, claro, atragántate de gas y de azúcar, llena de caries tu sonrisa efervescente, desgasta tu esmalte dental y sigue creyendo con chispa vital que porque The Coca Cola Co. puso tu nombre en una botella es porque le importas.

No. A la The Coca Cola Co. no le importas un carajo.

Pero bueno, todos hemos sido víctimas del marketing, eso no es lo que me enerva, yo también compro ciertas marcas y bebo otras gaseosas, pero lo que me vuelve la sangre efervescente es que la gente se emocione tales cosas como ver su nombre en una botella de coca cola, pero si ven una nube en forma de elefante, o una ardilla trepando un árbol cogiendo bellotas, una manzana caer de un árbol, un gato tomando el sol, las olas del mar reventando en peñascos, solo pasen de largo o bostecen; y no me complico tanto, solo pequeñas cosas, digo, ni siquiera hablo de poesía, música, viajes o películas.

Abrir los ojos y ver más allá de la nariz de uno mismo.

Todo se trata de uno mismo, tomarse una foto a uno mismo y subirla al FB, comentarla uno mismo, recibir halagos, halagarse uno mismo; masturbarse de todas formas, el ego trip y coca cola con tu nombre y a veces me da asco todo y desearía desenchufar todo, hasta mi cepillo de dientes y este blog, de paso.

Este mes hubo dos lunas llenas.

Y yo rodeada de gente emocionada bebiendo Coca Cola con su nombre en la etiqueta.

No me jodan.



fredag, august 16, 2013

Urgencia

Querido blog,

Estoy bebiendo el tercer shot de anis Najar azul que ocasionó sobrepeso en mi equipaje y hoy ocasiona sobrepeso en mi cerebro y probablemente ocasionará sobrepeso es mis órganos y arterias.

El silencio tiene un ruido que me molesta y trato de callar ese ruido con el ruido del teclado, ruido que siempre me ha resultado agradable. No importa que escriba aquí, lo importante es oir otras cosas.

Mi estado en un chat es "disponible" y mi estado mental es "no tengo idea de nada" y en ambos casos quisiera que alguien me hable sobre aquella disponibilidad que no tiene idea hacia dónde va.

Mientras estoy en mi estado "disponible" veo fotos mías donde se me ve muy disponible y acompañada, y sin embargo recuerdo que en cada una de ellas había un vacio cerrado, ocupado, no disponible, offline.

Hoy he comprado muchos congelados, como si intuyera que la guerra se acerca.

Echo de menos el ruido, la naturalidad en la violencia y las balas, el taxista diciéndome antes de pagarle veinte soles "no dejes que te atrasen, amiga" y caminar entre autos como toros en Pamplona.

Estoy sola y tengo miedo.

Tengo anis.

Tengo mucha neblina limeña en la frente y estoy en el verano del círculo polar ártico.

Urgencia.


onsdag, august 14, 2013

Regreso

Ha sido muy raro llegar.

Mi departamento estaba muy limpio e iluminado. Parecía que el tiempo que estuve fuera se congeló en este espacio porque todo seguía en su sitio, y sin embargo no podía recordar con claridad que antes de irme había doblado ropa, había congelado comida, había escondido mi computador debajo de un estante y había dejado mi cama sin sábanas, solo con el edredón que usa el gato y mi libreta de notas al lado. Quizá he querido inconscientemente que mi gato anotara todo lo que pasó durante mi ausencia, o que llevara un diario y entre esas líneas me dijera que me extrañaba, pero sé que me extrañó.

Con los gatos, solo hay que saber cómo ponerse (literalmente) para poder entender y recibir su afecto.

Con los perros es fácil. A ellos solo les basta que tú estés ahí y ellos buscan la forma de demostrarte algo, aun así tu permanezcas quieto y distante, para ellos eres tú y solo tú el centro de todo.

Los gatos, primero te observan. Quizá parezca que te reprochan la ausencia con esa mirada, pero los gatos no reprochamos ausencias porque ausentarnos está en nuestra naturaleza y menos aún vamos a reprocharla cuando estamos viendo que has vuelto. Los gatos, observamos que has vuelto y nos aseguramos que hayas vuelto para quedarte. Para tener esa seguridad, te rondamos mientras sigues de pie, y no solo a ti, sino también a tus cosas. Ya sabemos que tú no eres solo tú, los gatos tenemos regalos que entregar, pajaritos, tenemos territorios, rincones solo nuestros; los objetos son importantes. Cuando ya estamos seguros de que vas a quedarte, esperamos que te pongas a nuestra altura. Entonces nuestras miradas se encuentran y nos reconocemos. Vemos en nuestros ojos, los tejados, las noches, los bares, los pajaritos, la luna, los otros gatos y ya entendemos todo. El acercamiento sigue y uno de los dos tiene que ceder en el afecto.

Cedo. Me acuesto en el suelo, porque tengo un cuerpo de humano y el felino es él, además soy yo la que me fui y yo soy la que llego a su territorio. Mi gato llega y frota su cabeza contra mi frente, camina por mi pecho, sube y baja, al final me lame el pelo y los ojos, quitándome el cansancio, el maquillaje, las visiones pasadas, pasa su lengua áspera por mis párpados y me dice "abre los ojos, mira distinto,  límpiate el viaje, estírate y maulla."

(mi celular roto, todavía puede ver)




tirsdag, august 06, 2013

Amor

La única certeza de amor que tengo y que recibo por estos días es la que Nestlé me regala (vende) empacada y con tabla de valores nutricionales, todo muy claro y estoy advertida. Mejor así.

Por lo demás, siento que tengo tanto amor dentro de mí que si lo saco, podría construir un castillo, pero nadie querría vivir conmigo, la gente no quiere castillos, sólo quiere ir al cine, tomar cafés y tirar si se da la ocasión. 

Contemplo a las piedras y espero que estas hablen, mientras me lleno la boca de amor de Nestlé, amor que muerdo y trago y se queda dentro de mi cuerpo silencioso, junto con el otro amor que derriba y construye, amor bipolar, con mis castillos y caballos salvajes.

Amor.

Estamos saliendo.

(Adónde?)

Lee mis gestos y no mis palabras.

Qué será eso.

I Fell Into A Burning Ring Of Fire

I Went Down, Down, Down

And The Flames Went Higher
And It Burns, Burns, Burns
The ring of fire


What is love?


Baby don't hurt me.






Destinación Guayaquil

El viaje empieza con mi deseo de cambiar mi fecha de regreso, pero existen sólo dos opciones para realizar el cambio:

Desembarcar del vuelo, comprar el ticket de nuevo ida y vuelta y volver a embarcar.
Presentar un certificado de enfermedad.

Dónde está la libertad de volar? Así lo dicen todos los paneles del aeropuerto, sin embargo no volamos tan libremente.

Los aeropuertos siempre me confunden y trato de distraer mi confusión mirando (si es que no puedo escribir). Miraba y jugaba con unas piedritas de imán en una tienda mientras tomaba valor para seguir avanzando hacia el control de migraciones. 

Hoy parecía que el todo el mundo regresaba o partía a algún lado. 

En mi caso, son ambas cosas y esto es un viaje dentro de otro.

Mientras tocaba las piedritas de imán y miraba postales y discos, me descubrí observada por un hombre que quizá sería de mi edad o un poco más joven, atractivo, de pelo claro abundante y revuelto y ojos marrones muy grandes. Estaba de pie en la tienda con su equipaje de mano rodeándole los pies, aquellas bolsas, mochilas y morrales le impedían moverse y esto lo hacía parecer una estatua.

No sé por cuanto tiempo me habría estado mirando, pero le sonreí. Suelo sonreír, por cortesía, nervios, porque la sonrisa desvía la atención del que te observa y cualquier impresión que haya tenido de ti hasta antes de ver tus dientes cambiará.  

Le sonreí y el me dijo "eres muy elegante" con un acento que no pude identificar. Días atras me sentí el ser menos elegante sentada en un banquito de lounge frente a cámaras. Esta mañana, curiosamente vestía la misma ropa, pero con unos zapatos más finos . Lo cierto es que no creo ir muy elegante, pero quizá antes sus ojos de turista que ha esacalado mil montañas y que de pronto se encuentra inmovil y sujeto de los pies por su equipaje de mano, el hecho de que yo llevase una chaqueta oscura, que caminara con cuidado entre los mostradores y al final estar manoseando piedritas de imán para distraer mi ansiedad y perdiendo la mirada en esa tienda inmensa le debió resultar elegante como le pudo haber resultado un gato negro recién acicalado o un ave colorida posada en una rama en algunos de esos paisajes que él venía de recorrer. Quizá mi búsqueda de calma le resultó elegante luego de conocer el caos limeño, la cumbia, las chicas con minifaldas y botas y los hombres con el pelo tieso de gel fijador.

Le seguí sonriendo y me fui de la tienda caminando muy despacio. Luego, tuve ganas de volver y decirle que en realidad no creo ser muy elegante,  que hace días no supe cómo sentarme en un banquito de diseño, que en mi bolso hay pañuelos de papel con manchas de café, que hoy no me lavé los dientes y que lo único que quiero es llegar a Guayaquil, quitarme la chaqueta oscura (elegante) y abrazar a mi hermanita como abrazan los osos perezosos a los árboles y quizá quedarme dormida así.

No sé porque a veces siento que debo tener arranques de sinceridad con desconocidos, o no sé como tomar los cumplidos, a veces me pueden deshacer, sentir que les debo algo, pero seguí caminando y quizá el seguirá pensando de mí que soy elegante y yo pensaré de él que es un poco ingenuo, que quizá las montañas y la naturaleza le abrieron tanto los ojos como los obturadores de cámara para lograr captar la luz y que al final la ansiedad y cansancio de una chica de 33 años se pueden confundir con elegancia.

O quizá, bueno, sí, qué carajo, puede que sí sea elegante (calle, pero elegante como dice la canción). Mi abuela lo era y yo espero haber heredado sus maneras.


( y mi fantasía romántica de encontrar al amor de mi vida en un aeropuerto se perdió al pasar el control de migraciones, quizá ya encontré al amor de mi vida en un aeropuerto, de hecho sé que sí, pero aquí estoy sola, escribiendo sobre extraños)


Dentro de algunas horas me encontraré con mi hermana, seguramente veré también a mis dos hermanos, a mis tías paternas y a mi padre, a quien pongo al final en esta lista con alevosía.

Siempre me resulta difícil encontrarme con mi padre, porque veo claramente que es mi padre de verdad y sin embargo quisiera mantener la fantasía que tuve de mi padre durante más de 25 años. La realidad tan brutal siempre me ha molestado y por eso huyo en la ficción. 

Cuando el pensamiento sobre mi padre desconocido llegaba, imaginaba un hombre diferente a él y quizá lo menos parecido a mí, pero con todo aquello que a mis genes les hubiese gustado heredar. 

De hecho, me he dado cuenta de que después de estos siete años desde que lo conozco, he heredado algunos gestos de él sin conocerlo.  He heredado la manera de abrir los ojos cuando algo me agobia y la melancolía. Tengo la certeza de que que mi padre es un hombre melancólico que contempla iguanas y se pierde en sus pensamientos sentado en los bancos de los parques de Guayaquil mientras espera algo (igual que yo) , pero su cercanía al mar y a la línea Ecuatorial hacen que esta melancolía se camufle en su guayabera, pues imagino que pocos seres melancólicos visten guayabera. Su melancolía se disfraza en su acento casi caribeño, que suena como esos acentos que no son melancólicos, y al mismo tiempo, teniendo ese acento de merengue bailado, es un guayaco que habla bajito, cosa que es extraña. 

Cuando estoy con mi padre, nunca sé que decir. No me gusta mirarlo a los ojos y siempre trato de señalar cosas y le pregunto "¿qué es eso?" sólo para lograr que no me mire y que me hable de cualquier cosa, o quizá para sentir que soy una niña y que él es mi padre, la persona que me dejará ver el mundo a través de sus ojos y que eso me bastará para dejar las preguntas, para sentirme segura y para encontrar una identidad.

 A veces, mientras estoy con él y andamos en silencio tengo la fantasía de haber cumplido quince años y que hubiese bailado el vals con un vestido rosado inmenso. No es un deseo, pero pienso que a él le hubiese gustado eso y de haber crecido yo a su lado, a lo mejor cedía a celebrar mi quinceañero o quizá hasta lo hubiese querido yo también para entender que dejé de ser niña, cosa que teniendo esta edad a veces creo ser la misma adolescente que iba a los parques a patear piedras. Y seguramente en esa fiesta donde serviriamos enrollados de hot dog y empanadas rellenas de queso cheddar, en esa fiesta rodeada de flores daría un discurso lleno de lugares comunes y me llamaría "señorita hija" o "mi pequeña" y se le cortaría la voz de la emoción de verme convertida en una mujer y yo en esa fantasía me sentiría como un muñeco de peluche lleno de flores y protegido por mi papi, porque seguramente lo llamaría "papi" como llaman la mayoría de los habitantes de la costa del Ecuador y el Caribe a su padre y también a sus amantes.

Pero yo no le digo nada, ni papá, ni pá, ni papi, a veces le digo "padre"  Evito su mirada como evito mencionar su nombre y creo que me dirijo a él directamente y siempre con preguntas. ¿Qué es eso? ¿Cuántos años tiene este monumento? ¿Dónde está el mar? ¿Cuándo se fundó Guayaquil? preguntas de niño, son sólo preguntas las que tengo hacia el, pero muchas de ellas no creo que me atreva a  formularselas y cada vez que me encuentro con él, sólo trato de distraerme de la realidad de que él, ese tipo melancólico y guayaquileño que ha tenido hijos con tres mujeres distintas y que aún parece no haber encontrado calma, ese tipo perdido, que parece seguir buscando amor en el pasado, en el tiempo perdido, ese es mi padre.