La soledad hace que busque en algo, cualquier cosa que pueda unirme a alguien. Por ejemplo, acostumbro comprar los libros que son más baratos y populares, los que se venden en masa sólo para tener la posibilidad de encontrarme alguien con el mismo libro y quizás iniciar una conversación.
También pasa que compro cosas muy elaboradas o peculiares como un tamagotchi o una marioneta porque también me vienen ganas de que no cualquiera me mire, sino alguien que es complejo, que elabore sus opciones, que disecte las cosas y así llegue a mí y me descubra.
Pero mis esfuerzos por lograr compañía me agotan y me olvido de mi mismo, de elegir lo que quiero para mí y no para coincidir con otros.
Llevo una botella de agua con gas, aunque es una bebida común que seguramente muchos tendrán esta vez la he comprado porque tengo sed, porque tengo más ganas de beber agua con gas que estar buscando compañía.
Ella se sienta a mi lado y también lleva una botella pero no de agua, sino de una bebida verde con cafeína. Espero a que ella abra su botella y segundos después abro la mía. Ella me sonríe. Allí estamos los dos en el bus bebiendo de botellas de plásticos que quizá fueron recicladas de los mismos desechos, una botella de la misma capacidad, medio litro de algo líquido se nos mete en el cuerpo casi al mismo tiempo y nuestros estómagos se hinchan como una coreografía de globos que se inflan y desinflan.
Cierro la botella y la sostengo entre mis manos como a un animal frágil. Ella cierra también su botella pero la sujeta con firmeza y sólo con una mano. Con su otra mano manosea la tapa y descubre aquel plástico como una dentadura de pez que sirve de precinto de seguridad.
Los dientes de los peces acarician mis yemas y mientras ella juega con el plástico yo me hundo en el mar. Ella deja de jugar con aquel plástico y lo observa. Escudriña la botellas y el temple de su mirada llena todo el espacio del autobús y se mete dentro de mi. Su mirada pesa en mi traquea y en mi estómago e inmediatamente ella pone la botella abierta entre sus muslos y la sujeta entre su carne forrada en tela de flores. Toma la tapa de plástico y pasea sus yemas por el precinto dentado. El líquido entre sus muslos olea y revienta contra las paredes de la botella. En sus manos ella toma aquel precinto y le aplasta los dientes con el pulgar, lo estira y luego le da vueltas, lo retuerce como quien tortura a un ratón por la cola.
El plástico azul se vuelve blanco y esa cola dentada esta a punto de romperse y yo también mientras ella se mete ese rabillo de plástico a la boca y lo separa de la tapa con una sola mordida de guillotina. Pasea a una tira de plástico de dientes romos por su lengua baja ligeramente la cabeza y las escupe con toda la fuerza de su pulmones y su traquea de pistola de aire. El rabillo se pierde en el piso inmundo del bus en y ella lo pisa mientras saca la botella de entré sus muslos y sigue bebiendo.