onsdag, januar 25, 2012

Bella

Bella (así se llama) es la enfermera más antigua y la más vieja de todas.

Conoce muy bien sus tareas como enfermera, pero nunca fue a la universidad a estudiar a enfermería, se hizo enfermera estando con los enfermos.

Bella nunca estuvo enferma, por eso al menor síntoma de dolencia que se le presente, te dará una pastilla, te tomará la presión o te cogerá del brazo para llevarte a tu cama.

Lo que más le gusta a Bella es eso, tener enfermos a su lado, cuidarlos y escribir el reporte.

Poner su nombre y sello en el reporte, eso le gusta, ser enfermera y sentirse enfermera.

Yo ando por los pasillos sin decir mucho, a veces me siento en la sala de estar y contemplo el techo.

Bella me observa, se me acerca y me encuentra algún síntoma.Estás pálida. Yo le sigo la corriente. Tengo frío, le digo, al fin y al cabo es invierno. Bella saca su termómetro del bolsillo del pecho, lo agita, lo mete en mi boca, me toma el pulso y yo sé que todo lo va a escribir en el reporte, y va firmar "Bella".

No tengo fiebre, no tengo nada salvo este desgano y este dolor que no encuentro y Bella igual me acerca una escupidera, seguro es alguna infección y yo fuerzo los músculos de mi cuello, estiro la lengua, contraigo mi estómago doblando el cuerpo un poco hacia adelante. Pienso en Bella cuando era joven, los enfermos, las escupideras, las bacenicas, la mierda, las babas y entonces vomito.

Bella sostiene la escupidera feliz y aliviada, satisfecha porque ella tenía razón, estoy pálida, afiebrada, congestionada y con eso va a llenar el reporte y va a ser enfermera una vez más sin haber tenido  que ir a la universidad.


Yo me quedo quieta, asqueada, de pie en el pasillo pensando en Bella, en la universidad, en las aulas, en los enfermos y quiero llorar mirándome a mi misma en esa escupidera de aluminio.

Bella no deja que llore, me toca la frente, me acomoda el pelo y se aleja contenta con mi vómito oscuro.

Feliz y cargando vómitos, y yo siento que solo me queda o morir o empezar a aprender desde la mierda.

onsdag, januar 18, 2012

El doctor taladro

Ayer estaba pensando en el doctor taladro. (Lean aquí para que sepán de quien se trata)

Cuando el doctor taladro llega a su casa, abre la maletita donde guarda du taladro y empieza a perforar por aquí y por allá como entrenamiento para luego perforar el cráneo de sus pacientes.

Tiene una pared llena de agujeros que luego rellena con arcilla, papel, migas de pan y a veces, con los restos de cualquier cosa que encuentra en su por ahí.

Luego se sienta a la mesa, cena con su familia y habla de cuánnos cráneos perforó, rellenó y que a veces tiene que usar un martillo para ayudar a la perforación.

Mira las sienes hundidas de su mujer e hijos y les dice que no tendría ningún problema de perforarlos.

Su familia lo admira y no dudan que de padecer alguna dolencia en la cabeza,  se dejarían perforar.

Ahora que estoy aquí, tengo tantas cosas en la cabeza que confiaría en el doctor taladro. Eso sí. Que no haga una perforación muy amplia, pero si profunda. Que empiece en la sien derecha porque de ahí van a a salir hilos de colores en varias madejas que el tendrá que ir desenredando poco a poco.

Cuando llegue al final de la madeja de hilos de colores, saldrían manadas de animales, algunos gatos, perros , jirafas, elefantes, pero también saldrían animales que solo viven en mi cabeza, algunos rabiosos, venenosos,  el black dog y otros muy mansos, animales con varios ojos y varias patas y sin ellas, de colores y transparentes así que se les podría ver las entrañas.

Finalmente llegaría a una mata de plantas que cubrirían mi cerebro viscoso, brillante, amarillo como una nuez y me preguntaría: "¿sigo?"

Creo que taladrar mi cerebro sería como penetrar en una galaxia que ni yo misma conozco.

Mejor no.

Mejor no taladrar y empezar a diseñar una nave para viajar por allí dentro

mandag, januar 16, 2012

Hoy

Hoy ha sido un día pesado.

Vamos a imaginar lectores, que, no he estado todo el día en la cama o andando por los pasillos.

Vamos a imaginar que mi día pesado fue el día pesado de una diva.

En el fondo, siempre he querido levantarme en una bata de seda, tener el cuerpo delgado y menudo y calzarme esas babuchas de plumas, y luego de salir de la cama, mirarme al espejo y amanecer fresca por todas las cremas que me puse antes de dormir la noche anterior y decir "que facha tengo".

Miraría la ventana, seguro viviría en una gran ciudad y arrugaría solo un poquito la nariz y la frente por el ruido del trafico de afuera. Daría vueltas en mi cuarto, abriría el minibar (sí, tendría un minibar) me serviría un Martini y me pesaría empezar el día, mientras una mucama uniformada, me vendría a preguntar si quiero que le ponga las burbujas de melocotón o las de vainilla a la bañera.

Tendría un gatito muy suave y peludo que solo sabría estar acostado, caminar con elegancia y ronronear. Mi gatito entonces andaría por ahí. Se sentaría en mi regazo mientras le cuento que la vida es difícil y tomaría un sorbo de Martini y estiraría mis piernas perfectamente tersas y depiladas.

Mi día ha sido dificil de otra manera. Esa diva imaginaria ha estado mirándome toda la mañana, levántate, me decía, escribe, me dejaba un cuaderno, me enchufaba la Mac, anímate y me dejaba una copa de Martini que no he tocado. Trataba de entretenerme leyéndome en voz alta sus revistas: los 10 consejos para atrapar al hombre de tus sueños,  y yo le he dicho que no sueño, que no atrapo hombres, más bien los dejo ir, además de no soñar tampoco duermo y no puedo beber Martini porque se me cruzan con esas pastillas de mi pastillero.

Le gustó mi pastillero, le pareció un estuche de maquillaje.

Entonces, se cansó de que no le haga mucho caso y se acostó conmigo en mi cama como si fuera un king size. Me depiló las cejas y yo la he dejado, me ha hablado de sus romances, de sus viajes, de sus batas de seda y que me puede prestar algunas.

El gatito también ha venido, también se ha subido a la cama y ha entendido que he tenido un día dificil.

Me he lamido las manos y ha ronroneado cerca de mi oreja.

Mi día ha sido difícil, tan dificl que como siempre y desde que aprendí a escribir, lo transformo en ficción para que duela menos.

søndag, januar 15, 2012

20 minutos

13.14

Así como hay gente a quien le recetan 20 minutos de caminata (a mí tambien me los han recetado, pero hay mucha nieve afuera) también habemos otros a quienes nos recetan escribir 20 minutos, de cualquier cosa, de lo que se nos venga a la cabeza.

Es difícil, porque generalmente los primeros 4-5 minutos se susan para contemplar esta pantallita y pensar qué carajo escribir, pensar también si uno debe hacer caso a las terapaias o en todo caso hacer caso a quien recomienda la terapia, en este caso el psiquiatra sobre quien esta vez no escribiré nada, porque es complicado.

20 minutos es lo que dura una conversación promedio por telefono entre dos personas que tienen una relación más o menos estrecha, se preguntan qué hicieron, qué comieron, qué planes para más tarde, se acuerdan citas y se habla del perro o del gatito.

Extarño a mi gato, con él no necesito hablar 20 minutos, solo acostarme a su lado, cerrar los ojos y poner la mano sobre su cuerpo peludo y quedarme dormirda un rato

También en esas conversaciones de 20 minutos se habla sobre el clima. Aquí esta todo cubierto de nieve, el cielo es gris y el poco verdor de los árboles se ve como un verde petróleo, quizá no fluye savia, pero petróleo por sus raices, hojas y troncos. Este país esta lleno de petróleo, hace poco encontraron un yacimiento (suena a nacimiento con pastores y niño Jesús) que va durar hasta el año 2000 nosecuantos, o sea que la economía del país esta segura y la gente -cree- que también.

13.24 (20 minutos)

En realidad fueron 10