Alguien sube a FB una foto de una papa en forma de corazón y eso me llena de ira.
Me vuelvo un león enjaulado y camino por las piezas de mi departamento, rujo, busco una salida y pienso en un corazón debajo de la tierra, tubérculo, con ojos venenosos, un corazón seco y almidonado.
Respiro. Pierdo la melena y el grito de mis pulmones se calla. Vuelvo a ser solitaria, silenciosa e insignificante, encerrada en un departamento bajo con ventana al mar, a la montaña que tapa el esbozo de sol polar que aún no explota.
Y me pregunto, por qué esta furia de enero, por qué este dolor dos mil catorce, por qué y de pronto ante un tubérculo en el supermercado y no ante las guerras, los desastres naturales, la estupidez o el alzheimer.
Quizá es mi corazón de papa. Para pelarlo con una navaja, hervirlo, verterle sal en los ojos arrancados, masticarlo ensuciando tus encías, tragarlo y defecarlo.
Me llena de ira ver mi corazón salido de la tierra.
(foto robada)