Estando en el avión, me pregunto si alguna vez cambian esos paños que ponen en la cabecera de los asientos, sujetos con un pega-pega para proteger a los mismos de la grasa que debe brotar en grandes cantidades del cuero cabelludo de tantos viajeros estresados o pensativos (como yo, en ambos casos).
¿Quién diseña esos paños? ¿En qué piensa el diseñador al diseñarlos? ¿En el cuero cabelludo escandinavo, africano, asiático, latino? ¿en distintos tipos de pelo y de grasa? Los presenta a la aerolínea y a lo mejor no dice grasa, sino grasita : el paño hecho de celulosa, algodón y polietileno protegerá los asientos y absorberá la grasita.
Yo procuro viajar con la cabeza alejada de aquellos paños porque les tengo asco. Pensar en el cebo ajeno adhiriendose a mi pelo, ese cebo tan distinto según los pensamientos uniendose a mi propio cebo en una mezcla de textura uniforme, cebo humano más cebo humano.
Estoy en un avión y como siempre, me distraigo escribiendo.
No he traído mi libreta de viajes, la verde, la del conejito suicida. No se sí la olvidé o la dejé adrede en casa. Esta vez creo que no cargo mucho equipaje, pero llevo la cabeza llena de cosas y seguramente protegidas por mi propio cebo del cuero cabelludo, además de la pasta fijadora que uso para peinar mi pelo de ancestros africanos; así, cargo tantas cosas bajo mi pelo rizado, no sé con certeza qué son aún y en estos días previos al viaje, las he sentido tan desconocidas en el pecho, la angustia me golpea.
No sé si es un temor a las multitudes de los aeropuertos, a mi nueva identidad, a la palabra trasatlántico, no sé; algo me oprime el pecho. No tengo Rivotril, estoy sola sentada al lado de la ventana y con los asientos a mi lado vacíos.
Hace unos días estuve un poco mareada. Ahora mirando y leyendo (cuando me angustia tengo una compulsión por leer-escribir) todas las revistas, cartillas y el diario que el avión pone en el bolsillo de cada asiento, me encontré con esta bolsa que dice que puede ser usada para motion discomfort.
Eso es exactamente lo que siento. No me incomoda moverme, pero últimamente prefiero quedarme quieta y observar cómo se van moviendo las cosas a mi alrededor. Pero a veces hay que moverse, salir del encierro, de la madriguera e ir trepando montañas, dar infinitos pasos por corredores, cambiar de una sala a otra, correr, deslizarse en alguna cinta que nos ayuda a llegar más rápido, aeropuertos llenos de roedores.
Mi cabeza esta llena de movimiento, este quieta yo o me mueva, ella no deja de moverse y a veces quisiera pararla, cerrar los ojos y que todo se quede quieto, pero el movimiento tiene que ver con las palabras y sé que a ellas no las puedo parar. Circulan por mis venas, son la gelatina de mis tendones, sinoviales, baba lubricante de mis pensamientos.
Usar la bolsita para cuando haya motion discomfort.
Intentaré ponérmela en la cabeza..
Ojalá quepa.