mandag, mars 11, 2013

Dear D.

Dear D.

El deseo de escribirte a ti y no poderlo hacer en otro idioma que puedas entender sino en el mío propio puede parecer una locura, pero en estos días se convierte en una especie de lucidez, tiene sentido, me devuelve la cordura de estar frente a este teclado y escribir, escribirte a ti pues eres la persona más cercana que tengo aunque vivas tan lejos.

Desde hace algunas semanas, abrir los ojos y saber que estoy despierta y viva me produce solamente dolor y desesperación. 

Sigo pensando que es injusto mantenernos aquí sólo porque somos necesarios a los demás. Por qué no dejarlo todo si es eso lo que se quiere. Pero no se puede, porque siempre pensamos en el dolor, la molestia, las preguntas y el trabajo que se llevarían los demás con nuestra partida. Yo soy de esas personas que odia que los demás se incomoden por mi causa. 

Despertar.

Cuando nuestra madre estaba pariéndonos, imagino que nosotros estábamos dormidos en su útero. Y un bisturí abrió la piel, o nuestra cabeza atravesó un hueso pélvico y una vagina dilatada y despertamos (en el acto literal de salir del sueño y ser consciente de ello) por primera vez. Yo nací dormida. No sé si es posible, no sé si es verdad, pero eso es lo que he escuchado decir a mi madre. Dice, que el médico me despertó con una palmada en el culo y entonces lloré como un cerdo siendo degollado. Eso no lo dice mi madre, pero una vez escuché los gritos de un cerdo cuando lo degollaban, imagino que así grité yo. Y en estos días  tan difíciles, pienso que nunca he querido ser despertada, que nunca he querido abrir los ojos desde que nací. Nunca he querido estar acá. Nunca he querido ser engendrada. Estoy segura que existe ese rechazo en mi código genético.

Hoy que abrí los ojos y vi el desorden de mi cuarto, las sábanas revueltas en el lado de la cama que ocupaste, tus escasa ropa en un espacio de mi armario, cuando escuché mi respiración de nariz tupida de todas las mañanas, cuando olí tu sudor y el mío en el ambiente del cuarto, todo fue tan intenso que no podía procesarlo de golpe, no podía recibir todos esos estímulos sólo por el hecho de abrir los ojos. 

El minuto de la catástrofe sucede en un abrir y cerrar de ojos. 

Yo sólo quiero mantenerlos cerrados.

Luego empecé a ver más cosas, más allá de ti y de mi en este espacio cerrado. Vi una botella de jugo de naranja, la abrí, tome el jugo con un paracet y el frío del líquido dibujando un camino anaranjado por mi traquea y tripas me distrajo.

Quice orinar, me levanté. Al orinar fui consciente de las funciones involuntarias de mi cuerpo, el sistema nervioso simpático y parasimpatico y aquí estoy yo gracias a ambos.

Ahora estoy levantada, tengo los ojos abiertos, muevo las manos y ordeno pensamientos mientras escribo este texto que no sólo enviaré a ti y espero no te moleste, y espero no molestar a los destinatarios que han venido a mi mente como los primeros invitados de la lista a cualquier evento que se me ocurra realizar. 

Necesito un destinatario, es lo que he pensado. Necesito un lector. Necesito un otro lado, un más allá sin que me vaya, si es que se trata de seguir aquí y viviendo. Si no puedo irme porque como dicen soy necesaria para los demás (no creo) en este segundo yo sólo necesito la idea de creer que alguien va a leerme.

Si voy a abrir los ojos y gritar como un cerdo en agonía, necesito que alguien me escuche y que piense en el cerdo, en la agonía, en ambas cosas o quizás en las chuletas y el bacon.

Divago.

Me río. Es mi sonrisa hueca.

Escribir, me doy cuenta, es algo que me distrae de la muerte y del morir, me abre los ojos.  Si he sobrevivido los últimos cinco años sin escribir, sé que ha sido por los cientos de pastillas de tamaños y formas que se me ha recetado. He sobrevivido tras las paredes de un hospital mental con diez ojos sobre mí y constantes palmadas de médicos. He sobrevivido fijando mis ojos abiertos en el pelaje negrísimo de mi gato y abriendo mis oídos a sus maullidos, diciéndome abre los ojos y grita. 

Ahora que estoy empezando a pensar contigo en otro idioma, I beg your pardon and could you please repeat what you said once again, and perhaps again and again hasta que mis pensamientos se transformen en otra lengua en donde no me sean accesibles esas palabras para describir mi dolor y mi desasosiego, mi rabia y frustración, mi miedo y mi entereza para no ceder otra vez a encerrarme en un hospital, ahora que estás tratando de entenderme sin saber mi idioma y sólo a través de mi cocina limpia, la temperatura de mi cuerpo, mi ropa sucia, la humedad de mis labios, mi perfume y mis zapatos altos que te sorprenden, ahora que las cosas se vuelven contrarias y absurdas no he encontrado mejor salida para distraerme de los muertos y la muerte que escribir, escribirte y escribirles.



P. D. para los destinatarios en letras del alfabeto 

M. Quisiera que me llevaras otra vez a las luchas y comprar máscaras, pasar por el barrio de prostitutas que venden bicicletas y sentir que una ciudad monstruosa y que late me acoge. 

A. No puedo escribir el relato llamado "une puntos y colorea" con todo esto en la cabeza, no puedo unir nada, los colores son como los del disco de Newton, ese del cole, un vómito de colores que al girar se vuelve blanco. Así estoy, siento el dolor en blanco. 

K. Ya te dije que quisiera llamarte por teléfono solo para decirte que te quiero y gracias por lo que escribiste.

E. Bueno, ya ves que ya estoy escribiendo.

Dear D. I know you dont speak/understand Spanish but this letter is for you.