onsdag, august 14, 2013

Regreso

Ha sido muy raro llegar.

Mi departamento estaba muy limpio e iluminado. Parecía que el tiempo que estuve fuera se congeló en este espacio porque todo seguía en su sitio, y sin embargo no podía recordar con claridad que antes de irme había doblado ropa, había congelado comida, había escondido mi computador debajo de un estante y había dejado mi cama sin sábanas, solo con el edredón que usa el gato y mi libreta de notas al lado. Quizá he querido inconscientemente que mi gato anotara todo lo que pasó durante mi ausencia, o que llevara un diario y entre esas líneas me dijera que me extrañaba, pero sé que me extrañó.

Con los gatos, solo hay que saber cómo ponerse (literalmente) para poder entender y recibir su afecto.

Con los perros es fácil. A ellos solo les basta que tú estés ahí y ellos buscan la forma de demostrarte algo, aun así tu permanezcas quieto y distante, para ellos eres tú y solo tú el centro de todo.

Los gatos, primero te observan. Quizá parezca que te reprochan la ausencia con esa mirada, pero los gatos no reprochamos ausencias porque ausentarnos está en nuestra naturaleza y menos aún vamos a reprocharla cuando estamos viendo que has vuelto. Los gatos, observamos que has vuelto y nos aseguramos que hayas vuelto para quedarte. Para tener esa seguridad, te rondamos mientras sigues de pie, y no solo a ti, sino también a tus cosas. Ya sabemos que tú no eres solo tú, los gatos tenemos regalos que entregar, pajaritos, tenemos territorios, rincones solo nuestros; los objetos son importantes. Cuando ya estamos seguros de que vas a quedarte, esperamos que te pongas a nuestra altura. Entonces nuestras miradas se encuentran y nos reconocemos. Vemos en nuestros ojos, los tejados, las noches, los bares, los pajaritos, la luna, los otros gatos y ya entendemos todo. El acercamiento sigue y uno de los dos tiene que ceder en el afecto.

Cedo. Me acuesto en el suelo, porque tengo un cuerpo de humano y el felino es él, además soy yo la que me fui y yo soy la que llego a su territorio. Mi gato llega y frota su cabeza contra mi frente, camina por mi pecho, sube y baja, al final me lame el pelo y los ojos, quitándome el cansancio, el maquillaje, las visiones pasadas, pasa su lengua áspera por mis párpados y me dice "abre los ojos, mira distinto,  límpiate el viaje, estírate y maulla."

(mi celular roto, todavía puede ver)